Sábado, 29 de Julio de 2006
Aquà yace la semilla del gran paÃs que pudo ser y no fue
Palabras más, palabras menos, el tÃtulo sugiere un epitafio plausible para el mausoleo conocido como "Manzana de las Luces", lugar donde deberÃan descansar los restos de aquella Universidad de Buenos Aires autónoma, libre, creativa y prestigiosa generadora de conocimiento cuya demolición se iniciara allà mismo en julio de 1966.
A fines de julio de 1966 la dictadura militar encabezada por Ongania, decretó la intervención de las universidades nacionales, ordenando a la policÃa que reprimiera cruelmente para expulsar a estudiantes y profesores. La destrucción alcanzó los laboratorios y bibliotecas de las altas casas de estudio y la adquisición más reciente y novedosa para la época, una computadora. A esto le siguió el éxodo de profesores e investigadores y la supresión de los organismos sindicales estudiantiles. Una persecusion se desplego a los militantes de izquierda en las facultades (29 de julio de 1966). Este hecho se conoció como "La Noche de los Bastones Largos".
DecÃa don Manuel Sadosky, en un reportaje concedido a la revista Todo es Historia: "La Noche de los bastones largos, claro, es una fecha que queda grabada... Era un momento muy activo de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, allà se cultivaban la matemática, la fÃsica, la quÃmica, la geologÃa, la meteorologÃa, con un fervor, con una sensación, quizá demasiado exagerada, de que podÃamos cambiar el paÃs."
Realmente es muy difÃcil tomar conciencia sobre cuál fue la magnitud de la devastación universitaria que ocurrió entonces y que se proyecta hasta nuestros dÃas. Tal vez ni siquiera el dictador de turno -OnganÃa- tuvo acabada noción del terrorÃfico efecto que sus acciones provocarÃan en el tejido social.
Me hubiera gustado estudiar en una universidad como la de entonces, me hubiera gustado sentir eso de lo que hablaba Sadosky. Lo digo porque eso mismo anhelé durante mis años universitarios en la Facultad de IngenierÃa de la UBA, donde, pese a mi amor por el conocimiento, no podÃa sustraerme al caos reinante.
La universidad no andaba bien. Eran los primeros años de la recuperada democracia y lo que más recuerdo -con dolor- es la innumerable cantidad de paros de docentes y no docentes ¡cuando nosotros querÃamos estudiar!. Más tarde, algún genio de la ignorancia ideó el Ciclo Básico Común. Los nuevos alumnos necesitaban aprobar, asà que aparecieron los nuevos planes de estudio "bien livianitos", lo que daba lugar a cátedras más "fáciles de impartir" para los docentes.
En fin, me recibà con esfuerzo (trabajaba, además de estudiar) aprobando el exigente plan de estudio original de mi carrera. Cuando salà al mercado laboral buscando trabajo como Ingeniero, a principio de los 90, no sabÃa que en mi primer década como profesional iba a presenciar el desguace del paÃs, ni que esos años iban a terminar tan duramente. Hoy, a pesar de todo, rescato de la Universidad el haber aprendido a pensar. Y sigo disfrutando todos los dÃas de mi pasión por los nuevos conocimientos.
Para terminar, leyendo a José Ingenieros me atrevà a rescatar algunos de sus pensamientos a propósito de la mediocridad:
"El que no cultiva su mente va derecho a la disgregación de su personalidad. No desbaratar la propia ignorancia es perecer en vida... los espÃritus rutinarios se pueblan de prejuicios que los esclavizan."
"En el verdadero hombre mediocre, la cabeza es un simple adorno del cuerpo. Si nos oye decir que sirve para pensar, cree que estamos locos."
"El mediocre es solemne. En la pompa grandÃlocua de las exterioridades busca un disfraz para su Ãntima oquedad; acompaña con fofa retórica los mÃnimos actos y pronuncia palabras insubstanciales, como si la Humanidad entera quisiera oÃrlas...".
El Hombre Mediocre
José Ingenieros
Hernando Mankus
Fuente: VillaLugano.com.ar