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abogado



Registrado: 13 Abr 2014
Mensajes: 866

MensajePublicado: Dom Abr 14, 2024 7:06 pm    Título del mensaje: En la escalera de caracol En la escalera de caracol hicimo Responder citando

En la escalera de caracol

En la escalera de caracol
hicimos el amor
muchas veces cuando jòvenes y hambrientos
y borrachos de dolor y angustia
no tenìamos un solo centavo
mientras el oleaje de vampiros y zombies
asolaba televisivamente en blanco y negro
las calles de la ciudad
en persecuciòn de sus incautas vìctimas
al solo objeto de drenarles
toda la sangre

en el vano de esa escalera, en la sombra
hicimos muchas veces el amor
a escondidas
y sigilosamente
con suaves gemidos reprimidos
a altas horas de la noche
porque èramos pobres y no tenìamos absolutamente nada
salvo la divina juventud
y enloquecidos de dicha
nuestras bocas se unìan
en un beso para siempre
eterno e inmortal
mientras a lo lejos sonaba un instrumento de percusiòn
un piano tal vez
o algo por el estilo

en la escalera de caracol hicimos el amor
o sino en el amplio rectĂ ngulo desierto de la plaza
en aquel verano que Machado ya viudo tanto amò
mientras caìan las làgrimas y rodaban las làgrimas por tus mejillas
y un anciano voyeur o miròn
un antiguo sĂ tiro acaso
nos observaba amable y atentamente
con sus ojos rojos de deseo

o sino en los mĂ s abyectos y berretas y baratos hoteles
llenos de arañas y telarañas
en redondas camas giratorias
mientras en otras habitaciones
las ladies aullaban de felicidad
y gritaban monòtonos poemas de amor
compuestos de 1 o 2 obscenas palabras
incesantemente repetidas

nos entregamos por aquel entonces o època
a ciertos determinados juegos vagamente sexuales o simplemente perversos
a ciertas inciertas indeterminadas prĂ cticas sadomasoquistas
mientras el inefable portero espiaba
por el ojo de la cerradura
como si no fuera un sòrdido y transistorio albergue a transistores
sino El Fuego de Barbusse
(Editorial Tor, Buenos Aires, 1929)

en la escalera de caracol hicimos cientos de veces el amor
procurando que los vecinos no se enterasen ni por asomo
por cuya causa a menudo te tapaba la boca con la mano
cuando estabas a punto de gritar
en medio de la medianoche

en la escalera de caracol hicimos el amor
mientras algùn ciudadano volvìa a su casa
abrìa su puerta y la cerraba

cuantas veces habremos hecho el amor en la escalera de caracol
o en los màs roñosos y baratieris hoteles
o en las plazas y parques pĂąblicos por entonces no enrejados
apoyados en un centenario Ă rbol
cuyas ramas llegaban hasta las estrellas
y cuyas raìces poderosamente se hundìan
hasta alcanzar el centro de la tierra

me mirabas siempre a los ojos
y yo miraba tus ojos limpios que me miraban
mientras sonreìas hermosa
o las lĂ grimas cristalinas resbalaban por tus mejillas
o mientras bailĂ bamos en las mĂ s furiosas pistas de baile
formando la ronda
como una constelaciòn de Tango
en contra siempre de las agujas del reloj
en contra siempre del tiempo
y del espacio

en la escalera de caracol hacìamos el amor
porque èramos pobres como hermosas arañas negras
que durante las noches se deslizan
por la escalera
de caracol

esa escalera de caracol aĂąn existe
y no es precisamente una escalera al cielo
como reza la mencionada canciòn
sino una escalera a tierra
como en el tango

no tenìamos una sola moneda partida al medio
èramos pobres hasta decir basta
y por eso hacìamos el amor en lugares
en sitios francamente inusitados
por no decir inauditos
por no decir inèditos: escaleras, parques y plazas pùblicas, grandes
hoteles deshabitados
mientras afuera sonaba la canciòn de la lluvia
que repiqueteaba sobre los techos de cinc
o nos empapaba al salir a la noche y a la vida
y luego a dormir en una cama caliente y seca
seguramente desnudos y abrazados y haciendo
cucharita
como si fuèramos una blanca y dulce
medialuna

en la escalera de
caracol
hicimos
el
amor
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profesores



Registrado: 05 Abr 2017
Mensajes: 692

MensajePublicado: Lun Abr 29, 2024 10:38 pm    Título del mensaje: Muerte en vida Muerte en vida o vida en muerte Muerto en vid Responder citando

Muerte en vida
Muerte en vida o
vida en muerte
Muerto en vida
y por eso escribo
hasta la muerte
hasta la vida
con toda la vida por delante
con toda la muerte por detrĂ s y por encima y por
debajo
por todas partes, siento el olor a muerte
en vida
en la vida
en las calles veo a los muertos
en vida
envidia
envido
los fantasmas
los zombies
aullando en los supermercados
en busca de sus incautas
vìctimas
los vampiros hincando sus colmillos en los blancos cuellos
de las doncellas
para drenarles
toda la sangre
dònde se han ido todos?
de pronto me despierto
encima y en la sima
de una montaña de cadàveres
como si la guerra hubiera terminado
y yo fuera uno de los pocos sobrevivientes
todos han muerto de a poco
y me he quedado absolutamente solo
en medio de la casa vacìa
escribiendo poemas en la luz fantasmal
de la computadora
mientras suena
Isaac
Albèniz
en el antiguo piano
de una antigua grabaciòn
del siglo pasado
por momentos, tengo miedo
de volverme totalmente loco
de remate
chiflado
sin remedio alguno
todos han muerto: la abuela, papĂ  y mamĂ 
hasta la perra de nombre sami muriò
la eterna investigadora
con su hermosa nariz siempre
hĂąmeda
todos han muerto de pronto
y yo pasado el medio siglo de vida
me entrego a los placeres mĂ s desenfrenados
los vicios mĂ s desbocados
y a la droga mĂ s potente e irresistible: el
-
en las noches de luna llena
salgo en busca de una hermosa
o la bella viene hacia mì
con su falsa sonrisa
y sus ojos en blanco
o inyectados en sangre
bĂ sicamente
eso no es todo: de golpe
despierto con un cuerpo desnudo y joven a mi lado
esa fresca juventud divina que tanto añoro y envidio
y la verdad no tengo la menor idea
quien estĂ  a mi lado
quien diablos es la bella que duerme a mi costado
como si se tratara de la bella durmiente del bosque
o una joven prostituta
o una criatura de otro planeta
u otra dimensiòn
la desconocida e ignota dimensiòn
indudablemente
y todo ello mientras suena Albeniz
(Colecciòn diario La Naciòn
o The Nation como decìa el gordo poeta barbudo
mientras vendìa viejos libros bajo la lluvia
o bajo el sol mĂ s infernal y ensordecedor
que se haya visto nunca).
Recuerdos de otros planetas distantes
y distintos
recuerdos del futuro cercano o lejano
o del Oriente pròximo cercano o lejano
como si se tratara de otra galaxia
y no de mundos colonizados por el imperialismo mĂ s sanguinario
Said mediante
Muerto en vida persisto en hacer el amor y deshacerlo
me regalan viejos libros de poemas mojados por la lluvia
que pongo a secar al sol y al viento del otoño
como si eso fuera una soluciòn
mientras que me acuesto con jòvenes prostitutas
que me arrancan un ojo de la cara
o un testìculo
con sus largas y afiladas y pintadas uñas
solo en medio de la noche
en medio de Albèniz
muerto muerto para siempre y por siempre
muerto en vida
moviendo un poco el esqueleto
sacandole el cuero a alguno
soslayando otarios
esquivando
giles de lecherìa
desempaquetando
viejos recuerdos
en el piano letrado
en el teclado letrado
dònde se han ido todos?
me han dejado solo como a un perro
si hasta la perrita Sami se quedò dura una noche
mientras bailĂ bamos cumbia o rock & roll
mirando la nada
o una nube gris
todos se han ido
yo solo quedo
en medio de la casa vacìa
escribiendo poemas
bajo la luz fantasmal
de la computadora
mientras suena Albèniz
y para refrenar este exceso de muerte
me encamo con las damas mĂ s potentes y desnudas
que me sacan un ojo de la cara
pierdo el tiempo miserablemente
de la manera mĂ s absurda
mediante las tecnologias mĂ s avanzadas
y las damas de grandes pechos
me ahogan en sus leches mĂ s blancas e hirvientes
o sino me asfixian
con sus gigantescas nalgas
como grandes y carnales esferas
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abogado



Registrado: 13 Abr 2014
Mensajes: 866

MensajePublicado: Mar Abr 30, 2024 8:54 pm    Título del mensaje: El borracho perfecto Por las noches se emborracha en el ca Responder citando

El borracho perfecto


Por las noches se emborracha
en el cafè de la esquina
mientras las parejas enamoradas
hacen sus arrumacos mĂ s o menos violentos

al atardecer, duerme impunemente la siesta
mientras todos los demĂ s hacen sus labores implacables
dueños de lo inesperado, saborean sus dulces espasmos

mientras escucha a Stravinsky, alucina con insolentes damiselas eròticas
quienes lo defraudan habitualmente
mediante sutiles estratagemas amorosas
y otros ardides vagamente romĂ nticos: besos acaramelados
òsculos furiosos
convulsivos orgasmos medianamente bellos
embarazosos

no conforme con ello, sale por las noches absolutamente borracho
de amor
a pasearse por las calles mĂ s o menos solitarias
o sino, en tren de gira, irrumpe en los salones de baile,
en las austeras milongas
con el objeto de bailar unos buenos tangos
a pesar de su penetrante olor a alcohol
y a tabaco
o incluso marihuana (es marihuanero ademàs de alcohòlico)

sin rumbo fijo, vaga por las calles por la madrugada
recordando obstinadamente las ladies que anduvieron
por sus brazos y abrazos
sus brasas
sus cenizas

por momentos se pone violento
con amigos y enemigos: entablan toda clase de charlas totalmente
absurdas, incoherentes a mĂ s no poder, pero
no puede dejar ese vicio maldito
que lo convierte en un balde
en un recipiente agujereado

borracho insolente, no puede con su falta de genio
y derrama improperios a diestra y siniestra
vomita en un tacho de basura
en una direcciòn de escuela
frente a atònitos directora profesores preceptores
y demĂ s autoridades y pĂąblicos empleados
pĂąblicos y privados funcionarios:

lo llevan al hospital en una ambulancia mientras lo conducen a la sala de guardia
llama por telèfono a su novia ausente, su inmòvil amada
a quien entre sollozos le comenta lo sucedido recientemente, le dan
asimismo alguna pastilla para que se deje de una vez por todas
de romper las pelotas con pelotudeces ojo lo burdo estĂ  prohibido
pero al borracho consuetudinario no le importa nada
o demasiado poco

esta es la vida entonces del perdido boracho:
lo echan de las librerìas
no consigue laburo por ninguna parte
hediondo a alcohol y tabaco
(cuando no marihuana)
lo expulsan de los sitios mĂ s obscenos y abstractos
los hoteles para pasajeros
las pensiones màs sòrdidas no lo quieren ver
ni en figurita

increiblemente, en el Correo Viejo (un salòn de rock devenido
tanguerìa) se levanta una mina
pero en cuanto estĂ n por subir al auto de la piba
el muy pelotudo se pone a vomitar
vomita durante un rato
y luego en zigzag llega al Parque Rivadavia
donde se duerme en un banco de la dicha plaza
mientras emergen las primeras luces
del amanecer ...

despierta
se dirige a la mansiòn que habita (heredada de sus padres)
duerme hasta el mediodìa
vuelve a despertarse
desayuna un gin con hielo una ginebra
recordando viejos tiempos nocturnos
cuando se paraba en la barra a contemplar a las bellas
mientras bailaban entre los brazos de los turros
que bailaban como los dioses
Nietzsche mediante

nada de gags, nada de bromas pesadas o livianas:
parado en la barra, no era raro
que una lady se parara al lado y lo mirara fijamente o de reojo
como invitĂ ndolo a bailar

ya medio ebrio
de alcohol y de amor por la hermosa
se posicionaba en el centro del ring danzante
y de pronto besaba apasionadamente
esos labios ardientes
que lo volvìan loco de dicha

lamentable o afortunadamente, la mujer era casada
con un elegante filòsofo o sociòlogo màs o menos famoso en
esos campos intelectuales, ella por su parte
tambièn era conocida en el ambiente tanguero y literario, publicaba
toda suerte de novelas, ensayos, poemas de amor incluso

èl recordaba lejanamente haber leido algo suyo en algùn tiempo
ahora sonaba Stravinsky, la primavera,
en una mesa se tomaba champĂ n y otras burbujeantes delicias
en la calle, habìa personas durmiendo a
pesar del frìo, la lluvia, el gigante africano por ejemplo:
seguramente hablaba francès, el loco que hablaba solo ya no estaba
nunca en la ochava de Beauchef y Rosario, frente al Parque Rivadavia: segura
mente habìa muerto, le habìa pasado algo, en esa ochava se sentìa esa ausencia
brillaba por eso

no vio màs a esa mujer pero siguiò escuchando que hablaban sobre ella
en algunos lados, algunos escombros, y a su dorima incluso lo vio
en el aparato televisivo, despotricando contra el actual Presidente de la Naciòn,
el anarcolibertario
o anarcocapitalista
(con què se come eso?)

continuaba tomando continuamente
su mente se iba deteriorando al tiempo que envejecìa, le
gustaba el poeta salteño Manuel Castilla, aunque uno se pregunta
què diablos le verìa o què demonios leerìa allì mismo, en ese libro
del CEAL

so pretexto de ordenar la barrial biblioteca
se afanaba mientras tanto, cada dìa, cada noche, toda
clase de libros, en lo posible, primeras ediciones, libros raros y
antiguos, a

veces lo descubrìan, entonces, obviamente, lo echaban a patadas
entreveradas con oscuras amenazas màs o menos jurìdicas:
volvìa a las andadas, pedìa prestado o fiado, vendìa libros

en puestos de chapa en ferias de libros donde en el verano
te recontracagabas de calor (no hay otra manera de decirlo): era el
infierno libresco, enciclopèdico, que le dicen, el infierno
escolar:

en sus ratos de ocio (que eran demasiados) se encamaba
con desdentadas prostitutas
en casas tabicadas en habitaciones
estancos compartimentos negros
y gordas hetairas que procuraban hacerlo
acabar lo mĂ s rĂ pido posible
o se lo pasaban de una a otra
mientras le iban sacando todo su dinero
y evitando en lo posible
se quedara dormido
en un sillòn o futòn
mientras sonaba Mahler

mientras sonaba Mahler: borracho de dolor y angustia por sus
malditos vicios, como un Erdosain exacerbado y redivivo, no
obstante, se acostaba a veces, con pendejas bellìsimas
que lo despreciaban cordial y
francamente

ùltimamente dormìa en los parques pùblicos
o en hogares del Estado por las noches
afanandose en que no le afanaran
las pocas pertenencias
que aĂąn empero le quedaban

otra costumbre suya era caminar durante horas
con el objeto de eliminar de una vez por todas
esa maldita busarda
Mahler o Stravinsky
mediante
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